El lugar del catastro en la Política fiscal
El lugar del catastro en la Política fiscal
Desde
la antigüedad el hombre ha sentido la necesidad de tener un control sobre el
territorio que habita, ha buscado las mejores formas de describirlo e
inventariar lo que en el encuentra, podemos citar distintos casos de sociedades
desaparecidas como Mesopotamia, Grecia, Roma, pasando por los países europeos
durante la edad media y la Revolución Industrial que desarrollaron e
implementaron técnicas para controlar sus posesiones, provocando así el germen
y la aparición del catastro y los propios sistemas catastrales que,
paulatinamente, adquieren su naturaleza fiscal.
En
este sentido, el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), considera
al catastro, un componente de las finanzas públicas en el que su finalidad
primordial es:
[…]
orientar sus funciones hacia el equilibrio presupuestario por medio de la determinación
de impuestos proporcionales y equitativos. En este aspecto el catastro,
proporciona un padrón de la propiedad raíz para efectos impositivos,
con una base en una absoluta equidad al otorgar el mismo tratamiento para todas
las propiedades. (INAP, 1997: 14)
Los
gobiernos, poseen la atribución exclusiva así como la función y finalidad de
recaudar impuestos donde esta inmerso el cobro del (impuesto) predial,
establecido a partir de la relación de la posesión de los predios, el cual,
además de la figura jurídica que implica, reviste un carácter económico, pues permite
ser base para la acción fiscal en el entendido que consiente la realización de
un adecuado cobro, sustentado en principios y criterios catastrales a partir de
registros adecuados almacenados en los padrones correspondientes, así pues:
[…] la importancia del catastro permite censar todos
los bienes inmuebles asentados en determinado territorio, registrar los datos
exactos relativos a sus características, determinar su valor catastral y conocer
la situación jurídica, encaminados al cobro del impuesto predial, traslados de
dominio, entre otros (INAP, 1997:3)
La
función recaudatoria, en el caso de México, ha transitado distintos rumbos y ha
adquirido diferentes matices, en el curso de la historia de la República, del
Estado de México y sus municipios; este tránsito no siempre ha estado libre de
obstáculos, por el contrario siempre se ha planteado como uno de los temas más
delicados de la administración municipal, los porcentajes de recaudación por
este concepto, - según la OCDE- apenas representaron entre el 0.20 % y 0.3% del
PIB, muy por debajo de los otros países concurrentes a esta organización; esta
situación deriva, entre otros factores, de los procesos de descentralización de
recursos federales hacia los municipios, de la imprecisa determinación de la
base fiscal, de altos índices de propiedades no registradas (omisas), de valores
catastrales rezagados, etc. (CIDE:2005)
A
pesar de lo poco alentador de los datos referidos en relación a la recaudación,
en nuestro país se ha considerado que, efectivamente, el catastro es el
elemento que sustenta el cobro de impuestos, siendo que, por tanto, es
indispensable su modernización y adecuación de las mejores técnicas de representación
y al mismo tiempo:
[…] la incorporación de las autoridades municipales al
proceso de modernización municipal, valuación catastral flexible y accesible al
contribuyente, inspección catastral del impuesto sobre bienes inmuebles, etc. (CIDE,2005: 14)
El
catastro, en su función recaudatoria, desde la perspectiva teórica, establece las
mejores formas para cumplir el rol que le corresponde; por otra parte en su aspecto
(re) distributivo de riqueza plantea la necesidad de cumplir con:
[…] el equitativo reparto del
impuesto, la evaluación de recursos agrarios, (agrícolas, pecuarios y
forestales), el planeamiento urbanístico, y para la movilización del valor de
la propiedad (Carceller,
1984:6)
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